Por Antonia Martín, coach y directora de la escuela Coaching Sostenible.

Si te sientes emocionalmente mal, puedes encontrar disciplinas y métodos que atenderán a esa urgencia para calmarte, sacarte de esa emoción y tranquilizarte.

Veamos el efecto de esta intervención. tú como cliente te calmas y dices:

-Qué bien me ha sentado esta sesión ya me voy tranquil@!

La cuestión es que cuando vuelves a su realidad y te encuentras de nuevo con el mismo problema que te activó la emoción, volverás a entrar en ella y a repetir su ciclo. Dice el saber popular “Pan para hoy y hambre para mañana”.

Hemos tratado el síntoma pero no la enfermedad.

¿Cuál es la consecuencia de la píldora que le hemos dado? Pues que volverá corriendo al profesional para que le vuelva a calmar, y así sucesivamente hasta que el remedio se convierte en una dependencia. No solo no ha resuelto el problema que tenía, sino que además le hemos creado otro quizás aún mayor.

¿Qué hacer entonces? Las emociones nos dan mucha información acerca de nosotros y de qué nos pasa con la vida, por tanto para ser conscientes de ellas, ponerles nombre  y autogestionarlas adaptativamente es necesario atravesarlas y vivirlas. Solo así desde la experiencia generamos aprendizaje sin crear dependencia.

El coachee (cliente) tiene la posibilidad de “darse cuenta” explorando sus propios recursos y encontrando la mejor respuesta ante las situaciones que se le plantean.

Interrumpir sus emociones y evadirlas es eliminar su gran oportunidad de aprendizaje.

Aprender a acompañarlo en su tránsito emocional de forma sana y útil es un deber que nos tenemos como coaches.

Si quieres trabajar como profesional de coaching tienes la responsabilidad de no crear dependencias.

Antonia Martín